Desatándome los cordones te miro. Estás sentado en la cama, esperando a que me desnude los pies.
Un hilillo de baba te cae por la comisura y no te das cuenta, porque estás más excitado de lo que piensas.
Entonces sin poder evitarlo me das asco y con mi pie recién desnudo te pateo en la boca, dejándote inconsciente sobre las sábanas.
Cojo mis zapatillas, les quito los cordones y te ato, con las manos en la espalda. Saco de mi bolso un impresionante queso machego, un cuchillo y una tabla de madera y voy cortando cuñas, olorosos triángulos de leche fermentada que voy metiendo, uno a uno, en tu boca entreabierta.
Al poco rato te despiertas, confuso, e intentas gritar, pero el queso no te deja apenas respirar y te da un ataque de tos.
Me acerco a tu oído y con una voz casi inaudible te digo:
-Ya tienes lo que querías, enfermo de mierda. Échale imaginación.
1 comentario:
Tú sí que sabes pasar una noche de juerga manchega.
Publicar un comentario