Si la muerte me rodea y me acorrala en una esquina
y aunque no quiera mirarla me sujeta de la barbilla
y abre los ojos muy grande, para darme miedo.
Si la muerte se codea con mis lunes y mis martes
y subraya mis días en su calendario.
Porque dejar de existir, de pensar, de perder
me arde fuerte en el estómago, como una nada inmensa.
No soy yo, no serás tú, ni habrá ellos ni nosotros
Sölo el negro, (o tal vez el blanco)
y un pitido de silencio.
Un silencio que no es cómodo, ni incómodo
es acómodo, no existe.
No despeinarse nunca más, no latir, no ver nada.
Que no te duelan las muelas, ni se te ponga la piel de gallina.
No cantar, no soñar, no levantar polvos cuando andas.
Que NADIE más hable de ti cuando pasen dos generaciones.
Porque existes, mientras ellos existan, pero después, estás extinto.
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