Es increíble cómo pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando eras sólo una niña.
Yo te quería más que a mi vida, pero me ahogué en un vaso de agua y no tuve más remedio que dejar las cosas correr. Después de todo, entenderás que estaba con la soga al cuello.
Ahora se me cae la cara de vergüenza y me cuesta horrores pedirte que me perdones, pero las cosas claras y el chocolate espeso, ir de frente es la mejor manera de afrontar los errores.
Espero no llevarme un chasco y que no te hagas la sueca, porque me ha costado dios y ayuda contactar contigo.
Así que cuando estés por la labor, dame un telefonazo y ponemos las cosas en su sitio.
Un abrazo

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