Se te cayó un cubo de sangre y resbalé. Y caí, muy despacio, en un hueco de la tierra.

Arañando las paredes sigo cayendo, viendo como mis uñas saltan y se me erosionan los dedos.

Después de varios días todo se convierte en negro. Ni hacia arriba,  ni hacia abajo veo luz. Sólo me sale llorar y pedir que acabe de una vez, de alguna manera.

Este maldito vacío que me atrae y me convierte poco a poco en nada.

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