Viernes 20 12.45.
Postiguet  La señora mayor y la máquina espatarrante.

Después de observar al señor gris, me dan ganas de cambiar de lugar. Nieves me dice que no puedo estar sentada sin hacer nada y tiene un poco de razón, tengo horror vacui de mí misma.
Andamos hacia casa y a la izquierda quedan las máquinas playeras para hacer ejercicio. Por el rabillo del ojo percibo un movimiento extraño, un bamboleo inquietante que da risa y ganas de gritar “Cuidado” a la vez.
-Menos mal que hace ya mucho que esa mujer perdió el hímen- dice Nieves.
Y entonces la señora para y se baja y enfila hacia otra de las máquinas. Y es su paso lento y arrastrado, intentando no tropezar en los bultitos de la arena, queriendo llegar al siguiente objetivo para apoyarse y no perder el equilibrio.
Y así es como me di cuenta y os lo cuento, de que la flexibilidad no es cosa de jóvenes, es cuestión de ganas.

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