Solitos están los humanos. Les miro triste, moviendo la cabeza hacia los lados, no dando crédito. Se sienten solos porque no saben que son impares, que son unidades independientes y se empeñan en hacer grupos. De dos en dos, de cinco en cinco..
Son suficientemente parecidos orgánicamente como para interactuar, pero nunca llegan a entenderse del todo. Se adoran y desprecian los unos a los otros y se aman y desaman a una velocidad asombrosa.
Durante algunos instantes se comprenden y entonces se les arma una sonrisa, o un suspiro. Pero después llega el silencio, o el insulto y se decepcionan y se rinden y vuelven a sentirse solos.
Aquí todo es diferente, hacemos las cosas de otra manera. Supongo que ser capaces de leernos las mentes evita las mentiras. No podemos crearnos una imagen, como hacen ellos, porque nuestra imagen está expuesta tal y como es. Somos conscientes de que somos unidades y no necesitamos que otro nos quiera para querernos, porque de todas maneras no podemos hacer nada para conseguirlo. Por supuesto que también amamos, es el mecanismo natural universal para la perpetuación de la especie, pero cuando nos sucede es para siempre, y sin decepciones, porque somos transparentes.
Elegí a los humanos como tesis porque son pequeños, manejables y curiosos. Les queda mucho por evolucionar, pero son jóvenes y en cierta manera me producen ternura.
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