(Cuando algo me sorprende, dos enanos se enganchan de mis comisuras y me hacen sonreir).
Llegaste como un respirar por la boca, cuando el aire que entraba por la nariz no era suficiente.
Me daba miedo mirarte, por si estallabas en mil pedazos, o por si se me arrugaba el sueño. Mataba el tiempo aprendiéndome las manchas de la pared y las motas de polvo del suelo.
Tú mientras me hacías cosquillas con las pestañas, desde lejos, y tu mirada me hurgaba los poros y me investigaba las encías, como si fuera un caballo en venta.
(Cuando algo me sorprende, tengo una erección de sonrisa, que es lo más bonito del mundo).
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